Es comprensible que la décima legislatura esté teniendo dificultades para realizar su labor bajo la presidencia de Nery Ramos. Fueron cientos de plazas las que se les adjudicaron a los amigos, familiares, pero, en especial, a los candidatos de las agrupaciones que conformaron las alianzas en el Congreso durante las presidencias de Álvaro Arzú, Allan Rodríguez y Shirley Rivera. No solo se otorgaron a los alcaldes y concejales; también hubo plazas para candidatos a diputaciones por partidos tan insignificantes como Podemos.

📷 Elizabeth Linares

Las leyes engavetadas por años ahora son prioridad para estos viles legisladores quienes no permitieron su avance, aun cuando eran urgentes para el país. Es inaudito que se rasguen las vestiduras y salgan a darse baños de pureza los mismos que las bloquearon desde las Comisiones.

Los integrantes del Movimiento Semilla y sus aliados están haciendo una labor de fiscalización que antes era imposible; un poco por el temor a las represalias o porque no tuvieron acceso a información que sustentara los alegatos de corrupción. La diputada Brenda Mejía lo dijo claramente en el hemiciclo. Más de doscientas iniciativas estancadas están siendo evacuadas como prioritarias lo cual causa escozor entre los bloques que apañaron la estrategia golpista.

Se acabaron las tranzas por las que recibían millonarias sumas por levantar la mano en contra de los electores. Los millones que se esfumaron en los bolsillos de los contratistas afines, son incalculables. Basta enterarse de la compra de medicamentos sobrevalorados, hospitales invisibles, escuelas de plástico con las que se pudieron construir cientos de establecimientos bien equipados que quedaron en el limbo. Los escritorios y mobiliario que adjudicaron a la familia del legislador Mynor Mejía deberán ser auditados pues es probable que nunca fueron entregados. Son tantos los contratos que se deben auditar que la Contraloría General de Cuentas no puede o no quiere hacerlo. Será la Comisión contra la Corrupción la llamada a realizar esta ardua labor.

Aula de una escuela pública en Bulej, Huehuetenango. 📷 Simone Dalmasso

En adelante, se esperan más triquiñuelas para evitar que las leyes propuestas por la alianza gobernante tengan resoluciones expeditas. Ni hablar de la propuesta para que se corrija la aberración de cancelar partidos por orden de juez, como la emitida por el prevaricador Fredy Orellana. El avance en temas importantes como seguridad alimentaria, comisiones de postulación, salud, compras y contrataciones o la ley de competencia se está llevando a cabo pese a las bancadas de oposición que se han quedado sin los votos para bloquear su aprobación.

Otro de los temas que tiene a los opositores ladrando en redes es la gira del presidente Bernardo Arévalo por varios países de gran importancia por su peso en los organismos internacionales. Se objeta la premura del viaje y algunos tratan de minimizar los logros, sin embargo, el presidente fue elegido para representarnos y es quien debe de sopesar el momento adecuado y la forma de llevar su mandato a buen puerto.

Es necesario mencionar que varios excandidatos frustrados han vuelto a la palestra para ladrar su cólera y, hasta se animan a dar consejos al nuevo mandatario sin percatarse de que han perdido credibilidad por sus propias acciones. Si no supieron manejar sus campañas para ganarse a la población, con qué cara pretenden convertirse en consejeros o críticos. Como ejemplo, el candidato que no fue, Carlos Pineda, perdió la visa presuntamente por estar involucrado en casos de narcotráfico, según una carta filtrada que tiene fecha del 23 de mayo de 2023, justo cuando pretendía postularse a la presidencia por un partido financiado por Miguelito y los Baldizón. De allí la prisa por buscar inmunidad en el cargo.

Veremos muertos acarrear basura en los días venideros. Tendremos que ajustar nuestros criterios para no sumarnos a la avalancha de críticas de los perdedores y no caer en la trampa de aquellos que por décadas hicieron mutis ante las atrocidades cometidas por esos gobiernos que creyeron tener la sartén por el mango. Tarde o temprano tendrán que aceptar que se les acabaron las tranzas.