La revolución electoral y la reconstrucción democrática está en el votante, si continúan apañando a los candidatos del sistema la fea verdad es que eres parte del problema. Es tiempo de decidir entre ser cómplice o ciudadano…

Hemos llegado al punto donde la Republica se encuentra con respiración asistida, victima del ataque continuo y simultaneo de virus maligno, peor que el COVID, virus compuesto por 3 mil unidades mas o menos de individuos con uñas largas y dientes filudos que su único interés es sangrar el erario publico y perpetuarse en el poder.

Fotografía de Jeff Abbott

La mafia es la misma, el gerente de turno cambia cada 4 años.

Otro difunto en este entierro es el Bien Común. Desde hace ya mucho tiempo el mecanismo de como luchar por este Bien Común lo descompusieron a propósito, arruinando lo que, si funcionaba del estado para venderlo por piezas, en una piñata que le llamaron “privatización” y que genero a partir de entonces todas las disparidades sociales y económicas que estamos viviendo. El Ministerio de Agricultura tenia silos, promotores agrícolas y un sistema de soporte el cual se desmantelo en el gobierno de Álvaro Arzú y como consecuencia tenemos hoy hambre y desnutrición y sobre todo inseguridad alimentaria.

 

¡Todo por no saber cómo votar!

Y entonces llegamos a estas elecciones dirigidas por pseudo magistrados con títulos falsos haciendo necesario el cambio de nombre del Tribunal supuestamente Supremo y supuestamente electoral y lo bautizo con el nombre de tribunal mínimo electorero todo en minúsculas, tal será el respeto que se han ganado. ¿Dónde se ha visto que un magistrado salga en Tv y radio diciendo que “garantizan” elecciones ¿eficientes?

 

¿Eficientes para quién?

Indudablemente están hablando de la eficiencia mostrada en consolidar un fraude a favor de un régimen autoritario al descalificar candidatos, imponer a través de modificaciones a un reglamento reglas literalmente analfabetas, cooptar las juntas electorales y modificar el sistema informático.

 

Fraude seguro…

Lo que le queda a la ciudadanía es mostrar descontento y tomar acción definitiva provocando un terremoto político como el que ya vivimos en el año de 1992 cuando el pseudodictador Serrano Elías intento perpetuarse en el poder. Si, es cierto, vino una gran depuración en el sistema pero hoy, 30 años después volvió a florecer la mafia y ahora sus grandes representantes buscan los puestos de elección popular, dándole a la población la elección de morirse de sida, herpes, cáncer o chancros, más ninguna salida viable a la situación de desesperación de las grandes mayorías que al final de cuentas toman acción con los pies. 500 mil personas salen literalmente huyendo de este país cada año ante la total falta de oportunidades que el sistema imperante ofrece.

 

¿Cómo provocamos esa revolución pacífica y legal?

Con el voto nulo. Obliguemos a repetir las elecciones, ningún político en la tierra, ni siquiera los cuero de cocodrilo de nuestro país aguantarían con un rechazo tan manifiesto. Si es cierto, la ley no obliga a cambiar candidatos, sin embargo, aunque ya sabemos la necedad y terquedad de las viejas políticas, los demás si estarían dispuestos a consolidarse y al ver semejante rechazo una opción diferente con visión diferente va a emerger.

 

¿Qué estoy loco con pensar en eso?

Claro que sí. Todos los visionarios siempre han sido calificados de locos, pero resulta que según la máxima de Einstein: “locura es hacer lo mismo y esperar resultados diferentes…”