Se esperaría que el nuevo gobierno, realice cambios profundos ante la crisis política, económica y social que se vive en el país. Desde un principio el gobierno y sus funcionarios debe tener claro hacia donde se quiere llevar el país, cuales son los objetivos generales y particulares que se deben cumplir para alcanzar esas metas, ¿Serán capaces de cumplirlas? Si bien los recursos son necesarios, el elemento subjetivo llamado “voluntad política y vocación de cambio”, es determinante.

El primer obstáculo que se debe superar desde el principio, es contar con los cuadros necesarios y suficientes, con experiencia, para impulsar el programa de gobierno. Este debe considerar su integralidad inter-institucional, para complementarse y dar los resultados esperados. Estos cuadros estarán definidos, desde que se escoja a los funcionarios que estarán a cargo de las carteras ministeriales. Se esperaría de ellos, experiencia y especialidad en el tema de su trabajo. La condición de su nombramiento, sería la idoneidad, honradez y sobre todo su desempeño en beneficio de la sociedad.

📷 Omar Landaverry

Desde ese punto de vista, se han visto desfilar todo tipo de académicos, y profesionales que no han dado la talla y se han quedado en la improvisación. Muchos experimentan una constante prueba y error  y en eso se les pasan los cuatro años, o desde el gobierno tienen necesidad de estarlos cambiando por incompetentes. El otro problema consiste en que sus conocimientos teóricos sobre la materia pueden ser enormes, pueden ser brillantes y se mueven dentro del mundo de la academia y la política con mucha soltura, pero no tienen ninguna experiencia operativa para llevar a la práctica esos conocimientos, ni de gobernar en beneficio de las mayorías.

Eso se verá en los primeros 100 días, impulsando las políticas públicas, donde tendrán asidero las actividades gubernamentales que generen los cambios. Y es que en el primer año, el gobierno debe impulsar su programa, para empezar a dar resultados casi de inmediato, siempre y cuando esté encaminado a resolver los grandes problemas que por décadas viene arrastrando el país. Estos son de sobra conocidos, porque Guatemala es un país sobre-diagnosticado, el problema consiste en que no se impulsan las políticas necesarias para resolver su problemática. En el segundo y tercer año, los resultados deben estar a la vista y beneficiando a la sociedad. El cuarto año se debe considerar como electoral, donde la obra y el legado del gobierno, determina la continuidad de su partido y su proyecto político.

Se debe establecer una diferencia entre el Gobierno de Giammattei y el de Arévalo. Pero los señalamientos de varios sectores ya están en el ambiente, criticando la falta de una “verdadera política de alianzas” del nuevo gobierno y señalando su actitud elitista, su relación con los sectores empresariales conservadores de siempre y con la embajada. Bernardo Arévalo tendrá que abrir el gobierno para crear una política de inclusión de la mayoría de sectores sociales. Constituye una forma democrática de gobernar y dar participación a todos los sectores, porque tampoco se está de acuerdo con la exclusión de determinados grupos. Los Acuerdos de Paz, lo definieron bien y son un referente importante que no debe caer en saco roto, la participación de los pueblos originarios con sus valiosos aportes, los cuales fueron reflejo de la propia composición de la nación: multiétnica, pluricultural y multilingüe.

Existe un gran déficit y deuda para con la sociedad en: Salud, Educación, Infraestructura, Seguridad, generado por la corrupción imperante. Salvo algunas excepciones de ministros excelentes en determinadas materias, el de la Seguridad Interior quizá sea el déficit más grande. Primero porque es un terreno en disputa con el ministerio de la Defensa, cuando este rubro no le compete y tampoco el ejército está capacitado para ello, pese a que la propia Constitución les asigne esa función.  Esta intromisión del ejército en asuntos de seguridad mantiene vigente el proyecto contrainsurgente, ilegítimo porque a todas luces no corresponde a la situación política que se vive en la actualidad, donde los criterios son consolidar la paz, la democracia y el fortalecimiento del poder civil.

Es preocupante la responsabilidad en la seguridad interna, ciudadana e inteligencia, que recae en personas que ya demostraron su incompetencia y la inexperiencia operativa para llevar a la práctica sus conocimientos teóricos, situación que provocó sus permanentes cambios. Será cuestión de tiempo para que el nuevo gobierno evalúe su desempeño, tomando en cuenta los resultados que dejaron estos funcionarios de gobiernos anteriores. No se quiere llegar a la conclusión de que el nuevo gobierno no cuenta con los cuadros profesionales y experimentados para llevar a cabo sus políticas públicas. Las expectativas de la sociedad son grandes para terminar con esos regímenes autoritarios y corruptos, copados por las mafias y el crimen organizado. Se esperaría que la próxima administración del Estado, a punto de asumir la presidencia, no sea un gobierno más, haciendo lo que ya conocemos de sobra.