Decía, en mi columna anterior, que siempre hay marionetas de repuesto para sustituir a quienes salen del poder, una vez que se vuelven incómodos para las ambiciones de los políticos de turno. Hoy, no se sabe quién es el verdadero titiritero, pues se manipulan los unos a los otros y han vuelto, de la obra teatral que habían montado, un tremendo enredo tragicómico en donde los actores principales son Giammattei y Consuelo, acompañados de actores secundarios de peso.

El intricado contubernio que nos tiene al borde de perder la democracia tiene redes que nacen en la presidencia y de allí se ramifica de manera directa hacia varios diputados, magistrados de la CC, la CSJ, la Fiscal General y hasta Alejandra Carrillo quien maneja la Oficina de Atención a la Víctima; todos ellos interrelacionados por los favores en la contratación de familiares o allegados. Casi sin excepción, ellas y ellos penden del mismo cordón umbilical.

📷 Diego Alvarado

Las marionetas de los corruptos son los jueces Orellana y los Curruchiche que se engolosinan con las mieles del poder. Unos cuantos millones, apartamentos en zonas de lujo y alguna oficina o granja son las dádivas que reciben a cambio de vender su dignidad. Atrás quedan las enseñanzas, las buenas costumbres y la educación. El dinero manda y cuando ya están enredados hay que seguir montados en el macho hasta que finalmente caen.

Las marionetas de los corruptos son las primeras en saltar del barco cuando se hunde. Son los primeros sapos que corren a cantar lo que vieron y oyeron de sus amos titiriteros. Lo saben todo. Hasta saben cuál será el próximo movimiento que piensan hacer. Al salto de un dedo, las marionetas se moverán, hasta que los hilos se rompan. Eso pasa, tarde o temprano.

En la Corte Suprema de Justicia, unos titiriteros manejan los hilos de la ley a su antojo. Están allí usurpando un puesto porque las marionetas del Congreso no han recibido su paga para levantar la mano y elegir magistrados según lo mande el jefe de jefes. Tampoco el mandadero del jefe puede despedir a la Fiscal porque dice que su poder llega hasta donde la dama quiera. Hay rumores de una “carpeta ejecutiva” que contendría algunos casos escandalosos en contra del gobernante y su círculo más cercano, como el Ministro de Cultura y Deportes, muy amigo de Miguelito.

A todo esto, nadie se ha percatado que en el Congreso se cocinan varios caldos sazonados con mucha codicia y ambición. Varios diputados salientes y entrantes, se sienten presidentes de la próxima Junta Directiva y por consiguiente, están esperanzados en ser nombrados presidente y vicepresidente interinos, en caso de que la fiscalía y el juez Orellana logren la hazaña de hacer que se cancelen las elecciones.

Varios nombres se mencionan para ocupar la presidencia del Congreso, pero llama la atención que, además de Shirley Rivera y Allan Rodríguez, se hace mención de Sandra Jovel, del ala de Valor-Unionista, quienes parece que están tomando la delantera para afianzar el poder a como dé lugar en la próxima legislatura, pese a ser minoría. No debemos perder de vista estos movimientos que tienen mucho que ver con lo que se fragua desde la presidencia. Todos al unísono tocan la misma marcha hacia el golpe anunciado.

📷 Diego Alvarado

Los magistrados de la CC, hasta ahora ambivalentes, se tornaron rudos marcando el paso al ritmo del MP. Sus amparos provisionales protegen y desprotegen a los manifestantes avivando la llama del descontento. El Ejecutivo amenaza con un Estado de Prevención, mismo que el ahora ex ministro de Gobernación, se negó a firmar por considerar que los disturbios fueron causados por infiltrados, olvidó agregar que eran enviados por gente afín al gobierno, con el fin de desprestigiar las manifestaciones.

Mientras la orquesta toca la sinfonía del golpe anunciado, muchos todavía andan con las cantaletas trasnochadas de ultraderecha. No logran visualizar lo que los analistas más sagaces ven como el peligro de una dictadura al estilo de Nicaragua y con las mismas consecuencias para el empresariado y la población de ese país. Es momento de unificar a las fuerzas opositoras y proteger la democracia de las aves rapaces que hoy nos gobiernan.