Otro aspecto importante en la formación educativa de cara a las exigencias laborales del futuro son las competencias blandas y estas son aquellas habilidades y destrezas relacionadas con la forma en que las personas se comunican (saber escuchar y darse a entender), resuelven problemas, trabajan en equipo, el liderazgo situacional, la administración del tiempo, la toma de decisiones y cómo construyen espacios laborales armónicos.

Algunos ejemplos de competencias blandas son la colaboración, el pensamiento crítico, la inteligencia emocional y la gestión de conocimiento. Un ejemplo importante: en la Nasa ya no se hacen solo pruebas tecnológicas y científicas sino también de inteligencia emocional a todos los aspirantes a los diferentes puestos.

Estas competencias son cada vez más valoradas por el mercado laboral y por la sociedad en general, ya que permiten a las personas enfrentar las oportunidades y las debilidades que se presentan en la cotidianidad.

📷 Daniele Volpe

El futuro de la educación debe tener en cuenta la importancia de las competencias blandas y fomentar su desarrollo desde los primeros niveles escolares. Para ello, se requiere un cambio en el paradigma educativo, que deje de centrarse solo en el cumplimiento del programa académico y que incorpore metodologías propias de la escuela activa, que estimulen el aprendizaje significativo, el autoaprendizaje, la investigación y el aprendizaje ubicuo. A este respecto hago hincapié en los pilares de la educación para el siglo XXI del señor Jaques Delors: aprender a aprender, aprender a ser, aprender a convivir y aprender a hacer.

Así mismo, se necesita una formación continua y de calidad para los docentes, que les permita actualizar sus conocimientos y adquirir competencias blandas, para  guiar y acompañar a sus estudiantes en el proceso de aprendizaje. Como todos sabemos, la formación de los docentes, tanto inicial como en servicio es fundamental para la transformación social y económica.

Las competencias blandas y el futuro de la educación están estrechamente vinculados, y es responsabilidad de todos los actores involucrados (gobiernos, centros educativos de toda modalidad y nivel, familias, sector privado, organizaciones no gubernamentales y sociedad civil) para promover una educación integral, inclusiva y pertinente, que prepare a las personas para aportar al desarrollo sostenible. La ecuación sería: ciencia, tecnología y competencias blandas para encarar las exigencias laborales del futuro.

Una competencia es, según el diccionario de la Real Academia Española, una “pericia, aptitud o idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado”. Las habilidades blandas, son habilidades subjetivas que son mucho más difíciles de cuantificar. También conocidas como «habilidades de las personas» o «habilidades interpersonales», las habilidades blandas se relacionan con la forma en que te relacionas e interactúas con otras personas.

A finales del 2018, la Universidad de Memphis propuso que la resolución de problemas en colaboración sería la habilidad más importante en las próximas décadas. “La resolución colaborativa de problemas es una habilidad esencial en la fuerza laboral y en la comunidad porque muchos de los problemas que se enfrentan en el mundo moderno requieren que los equipos integren los logros del grupo con el conocimiento idiosincrásico de los miembros del equipo”. Estudios anteriores han argumentado que una inversión suficiente en habilidades más humanas, reduciría significativamente el número de empleos perdidos en la automatización.

En Guatemala, los líderes deben entender que la opción para lograr el éxito organizacional, es la aplicación de procesos sinérgicos (el todo es superior que la suma de sus partes), concitando competencias blandas inter, intra e interpersonales.