El modelo de Seguridad, practicado por la derecha que ha gobernado durante los últimos 70 años, es propuesto por los actuales partidos políticos (con honorables excepciones).  Plantean la defensa del Estado como principal bien a defender, ante amenazas externas. Se refieren que, durante la Guerra Fría, fueron las supuestas agresiones del comunismo de la Unión Soviética, situación que nunca sucedió. Ahora, el Estado se está destruyendo así mismo, las amenazas las constituyen fuerzas internas que lo han cooptando, como el Crimen Organizado, las mafias, el narcotráfico y la corrupción, enquistadas en su seno. Estas destruyen la Soberanía, el Estado de Derecho, la Justicia, los derechos ciudadanos, la incipiente Democracia y sus Relaciones Internacionales.

Fotografía de Danilo Ramírez

Analizando la historia, Estados Unidos impuso en América Latina, la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN), advirtiendo que cualquier país del continente que cayera dentro de la “órbita del comunismo,” sería una amenaza para la seguridad de los EE. UU. De esa manera la estrategia de la Contrainsurgencia que contenía la DSN, indicaba que el comunismo era una amenaza externa que se debía extirpar internamente en cada país, no importando eliminar a los grupos sociales que se opusieran al régimen.  Ello justificó los Crímenes de Lesa Humanidad y el Genocidio llevado a cabo contra la población maya guatemalteca. De esa manera se planteó la existencia de un “enemigo interno” constituido por la población descontenta con las dictaduras, impuestas por la invasión mercenaria de 1954.

Los documentos de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) destacan el rechazo ante cualquier proyecto de nacionalismo económico. Toda medida progresista, reformista y capitalista, fue considerada comunismo por la oligarquía y la ultraderecha, por lo tanto, se debía perseguir, reprimir y aniquilar las instituciones, como también sus dirigentes. Por esa razón le dieron Golpe de Estado a Jacobo Árbenz, y fue depuesto sin una prueba sólida de que fuera comunista. Árbenz quiso consolidar las relaciones capitalistas de producción, pero esas reformas, avanzadas para la época, fueron consideradas comunismo. Debían ser eliminadas, porque amenazaban los intereses económicos de la oligarquía terrateniente conservadora.

Para contrarrestar la DSN, hace 38 años se planteó el nuevo modelo de la Seguridad Democrática, en la cual, la seguridad debe girar en torno al ser humano, a la sociedad, como el bien a defender. Este modelo fue planteado por la ONU y el Tratado Marco de Seguridad Democrática, suscrito por los gobiernos de Centroamérica y ratificado por sus respectivos congresos. Po tal razón, forman parte del Derecho Interno y de obligado cumplimiento. Pero existe una gran resistencia por las fuerzas conservadoras y la derecha fascista, para no ponerlas en práctica. Se entiende, para no perder el control político sobre la sociedad y sus privilegios como grupos del poder económico.

La pregunta que aún persiste dentro de los sectores democráticos y progresistas: ¿Fue Guatemala, una amenaza o un peligro para la seguridad de los Estados Unidos? La respuesta: Guatemala nunca fue una amenaza para la seguridad de nadie.  Medio siglo más tarde, en sus Documentos Desclasificados, EE.UU., aceptó su responsabilidad por la intromisión en los asuntos nacionales, promoviendo, financiando y dirigiendo la invasión de la “liberación” y el golpe de Estado contra Árbenz. Se les entregó el poder político a las dictaduras militares, que, inspiradas y dirigidas por el anticomunismo fundamentalista de los norteamericanos, desataron sangrientas cacerías contra todo pensamiento diferente al régimen impuesto. Los documentos desclasificados de la CIA, aclararon las mentiras que acuñó la “liberación”, que justificaban la violencia, con la que sometieron por la fuerza al pueblo guatemalteco.

En los actuales programas de los partidos políticos de la derecha fascista, perdura el discurso anticomunista, electorero y fanático de 1954. Sobre la seguridad ciudadana, se plantea la mano dura o lo que es lo mismo gobernar por la fuerza, eliminado los derechos ciudadanos; la pena de muerte practicada por las dictaduras, como único disuasivo contra la delincuencia, y el ejército en las calles convertida en policía política. También se pone en práctica el regreso del control sobre la sociedad o del “enemigo interno”, por las agencias de inteligencia, reeditando prácticas represivas de la DSN. Por cierto, en el seno de la ONU, crece el movimiento por la abolición de la pena de muerte, apoyado por la mayoría de países civilizados del mundo.

Se evidencia el poco desarrollo político de los actuales partidos, herederos de un sistema caduco, sin capacidad de plantear nada nuevo, y de acuerdo al desarrollo democrático e internacional del Siglo XXI.