La fiscal Porras se siente todopoderosa porque sabe que aún cuenta con la protección de los magistrados de la Corte de Inconstitucionalidad, quienes a diario demuestran su incapacidad y sometimiento a las fuerzas obscurantistas que pululan en los círculos seudo empresariales y seudo políticos.

María Consuelo Porras Argueta

Estos grupúsculos son remanentes de la Guerra Fría que se resisten a perder sus privilegios. Actualmente, se aprestan para formar una alianza que haga contrapeso dentro del Congreso y así evitar que el Movimiento Semilla pueda presidir comisiones legislativas. Curiosamente, le han dado luz verde al excandidato oficialista de Vamos para que lidere una coalición de fuerzas políticas y empresariales en decadencia. El susodicho excandidato, ni lerdo ni perezoso, podría buscar ventajas para sí, encontrando en los ingenuos golpistas su plataforma política para las elecciones del 2027.

La lectura es clara. Existen fuerzas poderosas como las que provienen del bolsillo del expresidente Serrano Elías, el apoyo de un sector agropecuario retrógrado y necio, así como los partidos políticos con los integrantes más corruptos del pacto que se aprestan a continuar la lucha por la ingobernabilidad. A ellos se suman los medios de comunicación que por años recibieron cuantiosos contratos que justificaban su defensa oficiosa en favor de los funcionarios más corruptos de gobiernos pasados.

El hastío de la población parece ser la apuesta de estos impresentables. Quienes buscaban un cambio de rumbo, empiezan a sentir frustración por los constantes bloqueos a las acciones del presidente Arévalo y sus diputados. La luna de miel se acabará pronto, acelerada por los dimes y diretes en las redes sociales, pero lo más probable es que se destapen escandalosos casos de corrupción que les bajen los humos a las fuerzas opositoras. Es allí donde surge la oportunidad de salvar la gobernabilidad.

El desplante de la fiscal Porras durante la reunión de gabinete es un indicio de su desesperación y falta de modales. Sus asesores golpistas carecen de inteligencia emocional. La tienen aleccionada para que siga sus lineamientos de cómo comportarse ante las constantes peticiones para que renuncie. Atrincherarse, cual si fuera un animal asustado o un delincuente rodeado y puesto contra la pared, es el mejor indicio de su inminente derrota.

Algunos se resisten a creer que la mayoría de los ciudadanos la quieren fuera. Pretenden hacerle creer al público que existen dos fuerzas contrarias con el mismo nivel de aceptación. La realidad es muy distinta. En una esquina está el pueblo cansado de los desmanes que son una abrumadora mayoría; en la otra esquina, los miedosos empresarios y los políticos ladrones que ven mermado su poder de saqueo. En ese punto, la mejor solución para sacar a la indeseable fiscal es llamar a una Consulta Popular para que las fuerzas se midan en el campo adecuado.

Sin embargo, agotar todos los medios legales antes de llegar a un referéndum, aunque parezca un camino más largo, podría ser lo más adecuado para evitar que quienes apoyan a la señora Porras encuentren argumentos para su defensa.

Guatemala es un país casi ingobernable debido a que la Corte de Constitucionalidad se niega a respetar los parámetros delimitados en la Constitución. Doña Consuelo, además de perder la cabellera en una batalla estéril, está a punto de perder la cabeza y llevarse de encuentro a varios de sus -hasta ahora- incondicionales. Los guatemaltecos somos impacientes por naturaleza o porque nos han llevado al límite. No debemos olvidar nunca que quien se enoja pierde. Es aconsejable tener un poco de paciencia y esperar el desenlace de esta trama antes que ser partícipes de esa ingobernabilidad a la que nos quieren inducir las fuerzas del mal.