La inestabilidad generada por la crisis política, refleja la forma autoritaria como se ha cooptado a los poderes del Estado y estos son utilizados para enfrentar la soberanía, depositada en el pueblo. Una debilidad estructural del Estado reside en el sistema de administración de justicia, con fallas y deficiencias, que los gobiernos corruptos aprovechan en su beneficio. La justicia es utilizada de manera antojadiza, en beneficio  del pacto de corruptos. Se criminalizan las demandas sociales y captura a funcionarios, docentes, estudiantes, periodistas, líderes de organizaciones progresistas y democráticas, violando todos sus derechos, humanos y ciudadanos. La comunidad internacional considera que en Guatemala se ha perdido el sistema judicial, comprometido con los intereses de las fuerzas más conservadoras y atrasadas del poder económico.

La libre expresión del pensamiento, garantizada por la Constitución, en su artículo 35, plantea: “No constituyen delito o falta las publicaciones  que contengan denuncias, criticas  o imputaciones  contra funcionarios  o empleados públicos  por actos efectuados  en el ejercicio de sus cargos”. El precepto: “Nadie debe ser perseguido por sus opiniones políticas”, fue una conquista de la era democrática, pero durante los últimos tres gobiernos, se ha retrocedido hacia el obscurantismo histórico, que ya vivió el país durante décadas. Las dictaduras, reprimieron  pensar diferente al sistema, además de la acusación de comunista, se era perseguido, encarcelado, torturado y la mayoría de las veces, ejecutado de manera extrajudicial. Durante el Conflicto Armado, no hubo presos políticos, porque todo detenido por las fuerzas represivas, era desaparecido o ejecutado. Existen las cifras y es una historia harto conocida.

Durante 70 años, las fuerzas retardatarias, conservadoras y la derecha fascista fanatizada, han gobernado el país, utilizando métodos represivos contra la oposición política, y contra la población en general. A ello le llaman democracia, pero alejada  de los principios y valores establecidos para ejercer un buen gobierno.  Según las funciones básicas del Estado, debe garantizar el Bienestar y Desarrollo como una aspiración democrática, brindar Seguridad a la sociedad, e integrar sus componentes: Territorio, Población y Sistema Político, dentro de un proyecto de nación, algo ignorado y que no fue practicado por el autoritarismo y las dictaduras.

📷 Fernando Chuy

El país hace tiempo que no sabe hacia dónde se dirige, ni los objetivos que debe alcanzar, ni cuáles son los intereses nacionales. Se encuentra dentro de una inercia, emprendida por regímenes retrógrados, que introdujeron a millones, en una dinámica de pura subsistencia. Todo cambio, atenta contra la hegemonía de ese sistema creado desde la colonia. Les preocupa la crisis política que ellos  mismos generaron, porque se les puede salir de control.

A las cámaras empresariales, más les preocupan las sanciones comerciales de Estados Unidos, que el bienestar social. De no resolverse la crisis y de no lograr el traspaso de la presidencia en enero, será su problema, solo si de por medio se garantizan sus intereses económicos. Están cautelosos con sus inversiones y tratan de acaparar el mercado donde se generen las mejores ganancias, además de exigir certeza jurídica. Que los guatemaltecos se maten entre ellos, nunca les importaron, qué más da.

Para la hegemonía de EE.UU., la crisis les crea inestabilidad política en la región. Guatemala por su ubicación estratégica, sigue siendo prioridad para su seguridad nacional. A ello se debe que durante la Guerra Fría, impusieran la Doctrina de la Seguridad Nacional, para enfrentar supuestas amenazas externas, y consideraron enemigo interno a la propia población, la cual combatieron con las fuerzas represivas del país. Al movimiento social, lo consideran terrorista, delincuencia y la posibilidad de que el país caiga en manos extremistas.  Toman como ejemplo  a Estados que se salieron de su control, creando su propio sistema político y económico, donde existe una verdadera soberanía e independencia, y donde la democracia es real, funcional y participativa, pero los recursos y riquezas de esos lugares se les escaparon de las manos. Para EE.UU., el país, es utilizado como su segunda frontera o muro de contención, no para impulsar su desarrollo, sino contra la fuerte migración que se produce en  América Latina. Una actitud por demás utilitaria.