La descalificación de candidatos, la incierta aplicación de las normas y el voto fragmentado será la marca indeleble que aportará a la historia estas elecciones.

Con absoluto desgano y total desconfianza acudiremos este viernes 20 de enero a la convocatoria a elecciones generales del año 2023. Un escenario donde más de 30 partidos, que no representan nada ni a nadie más que a sus dueños, montarán un show político que nos dejará literalmente con la boca abierta de tanta decepción, engaño y traición a la ciudadanía guatemalteca, quienes literalmente ya perdieron la esperanza de que las cosas cambien para mejor y por las buenas.

Fotografía de Cristina Chiquín

Serán más de 9 mil candidatos a alcalde, más de 4 mil candidatos a diputados y 30 candidatos a presidente. No es posible conocer a tanta gente y sobre todo bajo el contexto actual de una campaña de mudos para sordos debido a las absurdas restricciones de la Ley Electoral en cuanto a campaña anticipada, contratación de medios y financiamiento. Nadie conoce a nadie pero acudiremos a votar por alguien ¿Cómo así?

La descalificación de candidatos se da por hecho. Ya inició antes de la convocatoria el proceso de descalificación del candidato vice presidencial del MLP, el ex procurador de los derechos humanos. También se habla de impedir la inscripción como candidato a alcalde del ex superintendente de la SAT, ambos por el mismo motivo, falta de finiquito o revocación del mismo. Lo que nos pone ante la pregunta de que si la Contraloría General de Cuentas (CGC) se convertirá en un arma política más.

Está el caso de una candidata presidencial con impedimento constitucional, varios candidatos que serán descalificados por la famosa campaña anticipada, lo que nos hace preguntar ¿Al final cuántos serán en la carrera?

Todo este escenario liderado por un tribunal electoral falto de credibilidad y honestidad. Dos de sus magistrados son impostores que tienen títulos falsos, hecho corroborado por las universidades donde supuestamente obtuvieron dichos títulos. Así no se muestra el camino magistrados, solo generan duda de su honorabilidad, honestidad e idoneidad, requisitos constitucionales que se le exigirán a los candidatos a la hora de la inscripción. Estaremos frente al escenario de que los lobos están cuidando a las ovejas.

Ni qué hablar de los candidatos. Las apresuradas e inoportunas reformas al reglamento de la Ley Electoral crearon un vacío legal, donde los candidatos que sean contratistas del Estado serán inscritos en abierta violación a la Constitución y la propia Ley Electoral. Además, se inscribirá a candidatos aunque tengan un proceso penal abierto . Esto solo genera desconfianza pues da la impresión que estaremos eligiendo gente de dudosa honorabilidad e intenciones.

Fotografía cortesía del Tribunal Supremo Electoral (TSE)

En general se siente un clima de total apatía, desgano y desconfianza hacia todo el proceso, iniciando por quienes lo dirigen y llegando a quienes serán electos, pasando por las autoridades judiciales que tendrán a su cargo el dirimir las impugnaciones y todo tipo de eventualidades ya que desafortunadamente el Tribunal Supremo Electoral, de supremo no tiene nada, pues serán las cortes de justicia y la de constitucionalidad los que solucionarán todo el entuerto. Esta situación frente al hecho consumado de la prolongación de funciones de la Corte Suprema de Justicia por ya casi 4 años, entonces si ellos no dan el ejemplo de respeto a la ley, quién lo debe dar no sabemos.

Personalmente no le doy credibilidad a este proceso por primera vez desde el inicio de la era democrática, muchas dudas, mucho manipuleo…