El pueblo empieza a cansarse de tanta artimaña para manipular las débiles mentes de ciertos grupos religiosos. No se les puede llamar iglesias a las congregaciones pentecostales puesto que el candidato a Vicepresidente del Partido UNE dice que la prohibición a Ministros de Culto no se aplica a los evangélicos por no ser iglesias propiamente dichas, dado a que carecen de jerarquía, como sí la tiene la Iglesia Católica.

A la candidata Sandra Torres se le fue la mano discriminando a la comunidad LGTBQ en su afán por enlodar al candidato opositor y su partido. Su campaña es de una calidad muy baja y su discurso mediocre. Aún así, un pequeño grupo de trasnochados repite las falacias en un intento por detener el derrumbe de su propuesta política. Los ciudadanos más avispados reconocen la manipulación mediática y no se dejan sorprender por la desinformación que, en estos días, raya en vomitiva.

El terremoto electoral sepultará las esperanzas de la UNE para acceder al poder. Lejos de afectar a su adversario, la campaña negra ha conseguido todo lo contrario, poniendo en evidencia que el partido oficial y sus satélites están dispuestos a utilizar las artimañas necesarias, desde los ataques de netcenteros, pasando por la contratación de influencers de dudosa reputación y el uso del presupuesto de varios ministerios para la compra de votos; estrategia que está siendo coordinada por los alcaldes y diputados, justo antes de la segunda vuelta.

📷 Esteban Biba

La Corte de Constitucionalidad, el Organismo Judicial y el Ministerio Público persisten en sus intentos por derribar el proceso electoral con la ayuda de organizaciones de ultra derecha que se encargan de infundir terror entre los votantes para que desistan de acudir a las urnas y, de ser posible, lograr que se cancele la segunda vuelta electoral.

Cada vez que se emite una resolución que les es favorable, corren a publicar videos y ponen a ladrar a los netcenteros. La estrategia es cansar al votante o crear dudas en la mente de algunos para tratar de revertir los resultados en favor de una candidata populista y con mal desempeño en las entrevistas. Su mayor lastre es la tremenda ignorancia de su vicepresidenciable. El Ministro de Culto renunció a su iglesia para lanzarse al ruedo político sin salvavidas. Parece un pez fuera del agua con cero carisma y capacidad cognitiva, pero con una verborrea ilimitada.

El pastorcito mentiroso detonó una bomba cuando afirmó que había estado en proyectos de la NASA. Sus títulos universitarios son objeto de burla por haberlos obtenido en universidades de dudosa reputación. La candidata carece de inteligencia emocional y su campaña se limita al ofrecimiento de dádivas a cambio de votos.

Contra todas las apuestas, el Movimiento Semilla encabeza la intención de voto por un margen difícil de superar. De allí parten los esfuerzos por engañar con los fantasmas de una cacareada cancelación del partido que no puede darse ni siquiera después de realizada la segunda vuelta. Basta consultar la Ley Electoral y de Partidos Políticos y constatar que las acciones de jueces y fiscales vulneran los procedimientos rutinarios del Registro de Ciudadanos.

En relación a las campañas para desacreditar al Movimiento Semilla, estas no pararán porque los elementos recalcitrantes de nuestra sociedad están con la camisa levantada, difundiendo audios sobre inminentes invasiones de fincas que pueden ser inventadas o fruto de la misma desinformación y miedo que ellos mismos se han encargado de difundir. De manera irresponsable, estos grupúsculos han esparcido una campaña negra que encumbró a Bernardo Arévalo como la opción en contra del continuismo.

El terremoto electoral será mayor en tanto las élites empresariales sigan alimentando el miedo y creando zozobra. El búmeran es un arma que siempre regresa a las manos de quién lo lanzó, por ello, estimo conveniente que los grupos recalcitrantes de derecha dejen de propagar ideas que los hacen más vulnerables. Suele decirse que “calladito te ves más bonito” y es un buen consejo para no agitar las aguas del descontento popular.