Cuando algo molesta o incomoda es muy difícil que no se evidencie el rechazo que un acto o situación produce: se dice o se demuestra, así de simple es la reacción, y si la parte contraria no percibe dicho rechazo o se hace el loco, como decimos, es porque le acompaña el cinismo, lo que conlleva, inevitablemente, a mayor conflictividad y debilitación de las comunicaciones y relaciones, tanto en pequeños o grandes universos.

Al día de hoy, en Guatemala, ya no se siente sólo la incomodidad sino rechazo fuerte y rotundo, por una buena parte de la población, a las acciones del gobierno y otras entidades del Estado en su conjunto, más allá de si se está a favor o en contra de los bloqueos. Eso es otra cosa, ya que, derivado de la necesidad de productividad e ingresos económicos, los bloqueos generan malestar que, sin embargo, muchos dicen entender.

📷 Cristina Chiquín

Y es que estamos, como sociedad, ante un gobierno que no ha sabido escuchar las demandas de sus gobernados y esto lo ha debilitado en gran medida, más allá de las crisis de otros gobiernos al final de sus mandatos.

Ya sabemos que el poder es transitorio, volátil y efímero, sea por las dinámicas y cambios de aires en las sociedades o bien por su propio desgaste que lo vuelve asfixiante y agotador, y entra, entonces, a una espiral descendente, final y a la vez transitoria, en busca de legitimación en nuevos actores que le den aire fresco. Y es que el poder cuando se vuelve inerte muta y se transforma, porque nada es para siempre.

Ahora bien, debemos reconocer que cuando algo gusta y es placentero, como es el poder mismo, es difícil soltarlo o dejarlo ir; se hacen una y mil cosas con tal de seguir disfrutando de él, a tal punto que no importa, a quienes lo ejercen, llevarse por delante a todo un país o lo que sea, sin importarles el costo, y así mantener el statu quo.

Cuando el poder no se ha tenido en la vida y éste llega de pronto es muy difícil querer soltarlo. La mayoría se aferra y lo vuelve irrenunciable ante la ambición desmedida de no haber tenido y llegar a tenerlo todo.

Si esta situación que vive el país continúa no dudemos que se enfrentarán ciudadano contra ciudadano, pueblo contra pueblo y esto quizás, en el fondo, es la estrategia: un país polarizado y dividido no se pone de acuerdo, no exige y no demanda.

¿Deberá el movimiento de bloqueos cambiar la estrategia? Parece que sí, los puntos de bloqueo han disminuido en número en todo el país (no desaparecido por completo), mientras las manifestaciones y presiones en la capital se mantienen, especialmente frente a la sede del Ministerio Público. Hay una tensa calma en el ambiente.

📷 Cristina Chiquín

Somos un país tan rico en tierra y cultura, en colores, climas, tradiciones y costumbres, pero como ciudadanos hemos dejado que cada gobierno haga y deshaga desde de la época de Vinicio Cerezo hasta nuestros días, cada administración, supera a su antecesora en niveles de rechazo.

¿Cuánto tiempo durará toda esta crisis política-social? ¿Dónde y cómo se romperá ese delgado hilo entre las demandas ciudadanas y quienes tienen el poder? Todo está aún por verse.