Un genocidio está sucediendo en Gaza, en las narices de Europa, y aun están debatiendo. Recuerdo bien cuando sucedió lo mismo en Ruanda y la conclusión en plena emergencia fue sacar a todos los ciudadanos europeos para que no les fuera a alcanzar una bala perdida, se puede aceptar la muerte de miles de palestinos o ruandeses, pero no de un belga, español, francés, alemán o británico.

Cuando de las ruinas estén humeantes y las armas hayan callado, no faltará el dinero europeo, así es como funciona la paradoja, la culpa o más bien el ansia del reconocimiento aunada a la necesidad de opinar en los contextos de la post guerra, los europeos pagan en efectivo su lugar en primera fila, y luego se sienten con toda la solvencia moral como para opinar, señalar y hasta condenar.

Así es el cinismo y es así como se muestra en Guatemala hoy, para los que tienen memoria corta o por motivos de selectividad han olvidado, que Europa otorgó millones de dólares en supuesta ayuda para la región centroamericana para superar el conflicto armado interno, claro está, no mencionaron los millones de dólares que regalaron, a manos llenas, para que los grupos de delincuentes con discurso fundaran oenegés, hicieran giras internacionales por todo el viejo continente y financiaran la formación de toda una generación de intelectuales adoctrinados que finalmente se hicieran con el poder.

El presidente Bernardo Arévalo sostuvo recientemente una reunión con el alto comisionado de la ONU para los derechos humanos, Volker Türk.

Quiero imaginar esas sesiones de la comisión de relaciones internacionales de la Unión Europea, con su conocimiento enciclopédico sobre historia, geografía y hasta cultura de todos los países del mundo, toman la decisión magnánima de a quién toca o no, este mes, condenar por “socavar su idea de democracia”, el secretario nombra países y con la acostumbrada señal de pulgar arriba o abajo tocará señalar a la amenaza de momento.

Es imprescindible entender el por qué de esta relación de servidumbre con el continente que más ha sembrado la miseria colonial en los últimos 200 años en el mundo entero. El Estado es el responsable de aceptar el dinero que ofrecen, extienden ambas manos con la supuesta cooperación, los políticos ubican a sus allegados en programas y proyectos, hacen negocios con las transferencias bancarias, los proveedores de oficinas e insumos, vehículos y hasta las empresas de seguridad se frotan las manos. Cada centavo de ese dinero viene condicionado, de ahí porque los funcionarios se comportan como si fueran gerentes generales de una empresa transnacional cuando exigen que se haga lo que quieren en suelo patrio. El exigir destituciones y nombramientos de funcionarios es la muestra más palpable del intervencionismo neocolonial.

Lo más cómico es que creemos realmente que los herederos del colonialismo van a ser diferentes con el ahora presidente que, antes de obtener la aprobación de la ciudadanía en cada uno de los rincones de la nación, decidió hacerlo con sendas giras internacionales, claro, eran los que habían pagado por los bloqueos y los que hoy le gritan al oído al ministro de Finanzas que presione para elevar el presupuesto nacional para que sus proyectos de transformación del Estado con la agenda 2030 se concreten.

Si Semilla como partido, sus ministros, secretarios y diputados, con todo y grupos de choque, no cumplen con lo pactado, que es darles preferencias a las empresas aliadas, legislar a favor de la agenda 2030 y de paso meter en prisión al listado de enemigos internos, en 4 años estaremos viendo cómo la semilla y Bernardo Arévalo son igualmente defenestrados, como antes lo fue Alfonso Portillo y Álvaro Colom, no sería el primero.

La clave sigue siendo la actitud servil que se muestre para con el poder de la metrópoli, el no cuestionar y aceptar todo lo que venga de ellos como si representaran a la misma voluntad divina.