Fotografía de David Toro

Una receta totalmente opuesta al camino que sigue Guatemala

Un fenómeno que cada día cobra más relevancia es la llamada Gran Renuncia, como consecuencia de la falta de solidaridad de la mayoría de empleadores alrededor del mundo para con sus trabajadores sin contrato y sin garantías sociales. Lo vemos desde Gran Bretaña con la combinación de los efectos del Brexit sobre la migración, incluso europea, más la pandemia, hasta los más recónditos lugares de la Tierra, empleados insatisfechos con sus condiciones laborales y decepcionados por la total falta de apoyo de las empresas para las que trabajaban a la hora de sufrir los confinamientos y graves problemas de salud derivados del COVID-19.

 

 

Pero… ¿Cómo se origina este fenómeno?

 

Desde la instalación del capitalismo salvaje a mediados de los años 80 del siglo pasado, donde la actitud gubernamental fue el “laizzez faire” (dejar hacer), hacernos de la vista gorda para con los excesos de los patronos en su eterno impulso por bajar costos. Se dio el trabajo a tiempo parcial (paso que acabamos de dar en Guatemala), sin contrato y sin beneficios sociales o cobertura médica. La gente sufrió una disminución real en sus ingresos, que, aunque nominalmente eran mucho mayores, lo que estos ingresos inflados compraban era menos que durante toda la época después de la Segunda Guerra Mundial. La gente tuvo necesidad de tener dos o tres trabajos para poder cubrir sus necesidades y en ninguno de los empleos obtenían ni Seguridad Social ni cobertura médica, muy similar condición a la de los empleados guatemaltecos “por factura” y sin acceso al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).

 

Entonces viene la pandemia y lo primero que hacen los patronos es despedir a los empleados sin contrato, causando en ellos una incertidumbre total acerca de cómo enfrentarán su futuro. Recordemos que al principio de la pandemia nadie tenía claro qué iba a suceder.

 

Hoy que los empleos están volviendo, los que no están regresando son los empleados, quienes ante la situación vivida y con mucha razón no están dispuestos a laborar sin garantías y bajo las condiciones de explotación laboral de facto. Y como resultado vemos amplios sectores de la economía del mundo con exceso de plazas vacantes, generando caos y como consecuencia el desabastecimiento conocido como la crisis en la cadena de suministros.

 

Regreso a Inglaterra, donde debido a las restricciones del Brexit, los otros europeos residentes allá que ostentaban los puestos más bajos en la cadena de suministro, como camioneros y jornaleros de la agricultura, pues simplemente regresaron a sus casas, mayormente en Europa del este. Hoy no hay camioneros suficientes en dicho país y la consecuencia es el desabastecimiento de combustible, teniendo el ejército que suplir dicha función para no causar una grave crisis social. Asimismo, los restaurantes no encuentran personal y las agroindustrias no encuentran mano de obra “barata”, de nuevo generando como consecuencia el desabastecimiento. En Guatemala, con el café al doble de precio de hace un año la misma situación se da, escasez de mano de obra para levantar la cosecha.

«Las cadenas de azúcar», El Rodeo, Escuintla, 1986. Fotografía de Daniel Chauche

 

 

¿Y cuál es la solución?

 

Estamos viendo como resultado que en los países industrializados la tendencia es a trabajar menos para producir más. Leyó bien, trabajar menos para producir más. En Alemania trabajan semanalmente 8 horas menos que en Guatemala y es obligatorio, OBLIGATORIO, tomar 6 semanas de vacaciones, pagadas eso sí. A más tiempo laborado mayor es el estrés laboral, la gente cansada produce menos. Esto lo vemos en el caso de México, que increíblemente es el país que más trabaja en el mundo y el que menos productividad tiene. La propuesta desde Canadá es que la semana laboral se reduzca a 4 días para lograr que la gente descansada, produzca más.

 

Vemos con asombro como las remesas aumentan día con día y creemos que es solamente porque hay más migración. Sin embargo, esa es solo parte de la respuesta. En Canadá y en EE. UU., el fenómeno de la Gran Renuncia está dejando vacante millones de puestos de mano de obra no calificada y estos puestos están siendo llenados a través de la migración irregular y se corrió ya la voz que, sí hay empleos disponibles en el norte, dando como consecuencia ese tremendo aumento en la migración de jóvenes, que al ver absolutamente cero oportunidades en nuestro país deciden arriesgar la vida con tal de tener un futuro.

 

Es la oportunidad para re-plantear el modelo laboral en Guatemala, ya que nunca lograremos ni desarrollo ni bienestar con una propuesta esclavista basada en la mano de obra barata y exención de impuestos. Basta con voltear la vista hacia Bangladesh, que con esta receta se convirtió en la maquila más grande del mundo, pero sin desarrollo ni bienestar para su gente.

 

P.d. Guate, no imitemos los malos ejemplos.