Guatemala vive en condiciones de fragilidad debido a diversas razones, entre las cuales se encuentra la violencia provocada por grupos de delincuencia común y organizada, en esta última se encuentran los ambientes de zozobra provocados por maras que mantienen control territorial de conglomerados sociales, especialmente colonias completas en donde amenazan, cobran extorsión y matan a quien se les oponen. A lo anterior hay que agregar la crisis económica que afecta a la casi totalidad de familias, quienes se ven prácticamente ahogadas por el desempleo, por los bajos ingresos y sobre todo por el incremento en los precios de la canasta básica.

Fotografía de Fernando Chuy

Estas condiciones de debilidad, que afectan socialmente a la casi totalidad de habitantes del país, constituyen causa del incremento de la violencia familiar, especialmente contra la mujer y la niñez. Mucha de esta violencia ocurre frente a la vista de vecinos y hasta de autoridades, quienes la aceptan y toleran y que debido a lo frecuente con que ocurre, llegan a verla como “normal”.

Se estima que en el país, una de cada tres mujeres se encuentran sufriendo diversas violencias de parte de algún hombre cercano a ellas, en la mayoría de los casos proviene de su conviviente, en la mayoría de estas difíciles situaciones la mujer prefiere guardar silencio y no denunciar, esto debido a la dependencia económica y emocional, pero también a la ausencia de confianza en las autoridades y en el sistema.

Para evitar que esto continúe ocurriendo se requiere de acciones encaminadas a prevenir la violencia, mismas que deben ser impulsadas por el Estado a través de las diversas dependencias. Por ejemplo, se debe garantizar el derecho a los servicios básicos, esto solo se logrará al fortalecer los niveles educativos, mismos que debieran contar con programas especiales que beneficien a mujeres de todas las edades.

Una mujer que tiene acceso a la educación podrá contar con mejores oportunidades, además del conocimiento de la legislación, pudiendo de esa manera defender sus propios derechos. Con educación podrá tener acceso a mejores oportunidades de empleo, mejores ingresos y la dependencia económica del esposo terminará.

Fotografía de Fernando Chuy

La otra medica consiste en que el Estado cuente con programas dirigidos a visitar periódicamente los hogares de las mujeres que han presentado alguna denuncia por amenazas o maltrato familiar, con esta medida se genera la sensación de protección y quien puede provocar la violencia se abstendrá, mejorando con ello los niveles de seguridad de la mujer.