En nuestro país se hace imperativa una reforma constitucional, sin embargo, ni es oportuna ni es viable debido a las limitaciones del sistema político electoral que no garantizan ni representatividad ni resultados para un pueblo empobrecido.

No obstante, el fracaso en el hermano país sudamericano le dio una lección al mundo entero y en particular a países como el nuestro: La democracia es capaz de resolver serios problemas políticos y sociales. El ejercicio democrático que presenciamos en Chile fue parte de un proceso intenso, inédito e imprevisto de participación y aprendizaje colectivo. ¡Qué envidia!

Guatemala necesita más democracia. Guatemala necesita mejor democracia y todos necesitamos fortalecer el espíritu democrático.

Fotografía de Carlos Alonzo

La frustración de amplios sectores de la sociedad chilena con los resultados del experimento neo-liberalista que fracasó en llevar oportunidades y mejoría en el nivel de vida de los más necesitados, explotó en 2019 con la quema del emblemático metro de Santiago y las masivas manifestaciones que llevaron a la elección de un joven e inexperto presidente y a la convocatoria de la Convención Constituyente para reformar la constitución vigente en aquel país desde la dictadura militar del siglo pasado.

De tal manera, el referéndum sobre la aprobación de las reformas a la constitución chilena se convirtió en un doble plebiscito. Aprobar o no el texto de la constitución y aprobar o no la gestión del presidente Boric. En ambos casos la respuesta fue un rotundo ¡NO! No estamos contentos…

El resultado electoral, sin embargo, abre las puertas para una gran oportunidad a pesar del enorme costo político para el presidente. Esta derrota obliga a abrir espacios de dialogo sin ser rehén de ningún grupo ideológico. Los cambios en el gobierno fueron inmediatos. ¡Que diéramos en Guate por tener esa oportunidad!

Las voces de ambos extremos ideológicos son las que ahora se escuchan a lo largo y ancho del mundo entero, sin embargo, esta es la oportunidad para recordar que el ejercicio democrático a través de un pacto social respetado y respetable es lo que hace la convivencia social pacifica posible. Cuando hay respeto y auténtica democracia no importa la tendencia ideológica de los gobernantes, porque nunca se verá opresión, ilegalidades, arbitrariedades o abusos del poder político. El poder proviene del pueblo y la soberanía radica en el pueblo, máxima demostrada en el referéndum de Chile.

Fotografía de Carlos Alonzo

¿Entonces qué podemos aprender?

Los ejercicios democráticos consolidan la democracia y a su vez la República. Si las actitudes son serias, respetuosas e inteligentes, el desarrollo de cualquier país está garantizado, poniendo en marcha así un proceso enérgico en beneficio de todos, chairos y fachos por igual…

El referendo tuvo una particularidad. La votación era obligatoria pero solo el 86% de la población acudió a votar a pesar de ser obligatoria, lo que la hace legítima por el altísimo porcentaje de participación. Lo que nos indica que para que nuestras decisiones sean vinculantes debemos participar todos, lástima que nuestra legislación no permite la obligatoriedad del voto y entonces nos enfrentamos a un abstencionismo del 50%.

 

¿Qué significa que la mitad de guatemaltecos no acudan a votar?

Muy simple. Se perdió la esperanza. Se perdió la credibilidad del sistema democrático. Las mayorías, al igual que en Chile, no ven mejoría de su situación. Desnutridos, sin salud ni educación, ni siquiera carreteras y menos aún justicia. ¿De qué les sirve votar? Si de todas maneras quedan los mismos, pero con corbata diferente y hacen lo mismo en beneficio de los mismos. Ante la disyuntiva de votar por el “menos peor”, mejor ese domingo vamos a pasear con la familia y ni perdamos el tiempo en esas colas en los centros de votación…

Y finalmente he aquí el reto. ¿Cómo hacer del próximo proceso electoral del 2023 un proceso legítimo y popular?

Bueno pues, empecemos por el árbitro, el Tribunal Supremo Electoral (TSE), que irradie confianza y credibilidad al no someterse a las voluntades de nadie y garantizar la transparencia, quede quien quede, al final de cuentas la decisión proviene del pueblo. Si dictadura quieren, que voten por dictadura, si chairos quieren, que voten por los chairos, pero que voten y voten libremente en un clima de confianza social y esperanza para todos.