Siempre vale la pena ir por la vida haciéndose preguntas. Uno sabe que las certezas te acompañan en ciertos momentos, pero al dar la vuelta en la esquina se derriten con el sol o se desmoronan como castillos de naipes. En esas estaba pensando cuando leí la columna más reciente de Arnoldo Villagrán, aquel siempre escribe cosas chileras y sus análisis siempre contienen asuntos peliagudos cuya intención es invitarnos a resolver.

Fotografía de El Miljos

Decidí titular “Yo no firmé la paz” a mi última columna del año en alusión a una frase que le recuerdo haber dicho a Arnoldo Ramírez Amaya en el documental “El Pájaro Sobreviviente” de Luis Urrutia. No sé si fue exactamente, así como la dijo, pero yo más o menos así me he sentido desde hace ya algún tiempecillo.

Las causas que originaron el Conflicto Armado Interno que desangró así bastante grueso al país continúan y se van acentuando cada día. La élite depredadora liderada por los empresarios del CACIF proponen un modelo de desarrollo que únicamente los beneficia a ellos y a quienes los acompañan en sus fotos mientras nos dejan a nosotros, la abrumadora mayoría a la intemperie. Son como esa chava que agarra tus chamarras y se envuelve en ellas y en esos minutos clave cuando comenzás a sentir un gran frío en la madrugada e intentás que te comparta un poco, medio dormida se pone necia y tenés que hacer uso de la fuerza para al menos cubrirte un poco y no pasar apuros con las bajas temperaturas.

Quizás el ejemplo que usé está muy suavecito y debería adoptar un tono más beligerante. No voy a desaprovechar la oportunidad antes de acabar de recordarle a las fuerzas de oposición que hoy bochornosamente nos representan en el Congreso de la República que a mi criterio sería mejor que se hicieran a un costado antes que seguir haciéndole el juego de la democracia a la narcocleptodictadura que hoy nos tiene sometidos.

Ya deberían sabérsela, ya que voy a seguir dando batalla desde mi trinchera, aunque vayamos perdiendo jamás nos vamos a rendir. ¡Felices fiestas!